¿Cuán fuerte puede ser un cuerpo para resistir tanto dolor?, es la primera pregunta que se me viene a la cabeza ante la crisis aliancista y es que mientras el doctor estaba de regreso a su tierra, Alianza lloraba a 3400 metros de altura, esas lágrimas de angustia que se vieron reflejadas en la cara de Corzo, que no entendía como un equipo tan grande puede verse inmerso en tamaña crisis.
Mientras en Lima el “caudillo” decía que nadie le armaba el equipo, en Cuzco parecía que alguien debió armárselo, pues Alianza no pudo acercarse con certeza al arco cusqueña, deambulada sin rumbo por el césped del Garcilazo, cual sonámbulo nocturno, sin rumbo trataba de empujar la furgoneta pero sin fuerzas q lo alimentaran, mientras los rojos eran diferentes, alimentados talvés por ese misticismo que los hace casi invencibles en su campo, bastaron 4 dardos para poner a los íntimos en el fondo.
Salom, Montes y Alva fueron los fantasmas que hicieron llorar a más de un corazón victoriano, que ya está empezando a imaginar como será su equipo en la segunda y es que el corazón puede sufrir pero no perdonar, habrá que esperar a que se de el pitazo final.
jueves, 4 de diciembre de 2008
Fue una noche en rojo
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