Fue un golpe al corazón aliancista. Matute vivió ayer seis horas de intensas luchas verbales y pugnas por tomar el control de Alianza Lima. Por un lado estaba Guillermo Alarcón y por el otro Julio Arango. Y por encima de ellos se escuchaba la renuncia de Gustavo Costas a la dirección técnica por esta nueva disputa dirigencial.
A las 8:00 a.m., Julio Arango, vicepresidente del club llegaba a Matute acompañado por Oswaldo Carpio, Domingo Giribaldi, Mario Ríos, Martín Pujazón y Miguel del Carpio con la intención de hacer un directorio, al cual fue invitado Guillermo Alarcón, quien llegó una hora después, pero miembros de seguridad contratados por Arango le impidieron el ingreso.
En la puerta de la avenida Isabel la Católica, el presidente blanquiazul trataba de ingresar: ¿Quién es su jefe?, ¿quién los contrató?, pregunta. Yo soy el presidente del club y soy el único que contrata, decía e ingresó acompañado de Andrés Pujanzón, administrador del club, quien le pide se reúna con la Junta Directiva que sesionaba.
Sin embargo, Pocho no asiste porque él no había convocado a ninguna reunión. Ya veía que querían sacarlo del club. A pesar de la invitación de Domingo Giribaldi, Alarcón no participa por ser ilegal.
Mientras el problema se encendía en las oficinas del club, Gustavo Costas llegaba a Matute y veía a los policías y los problemas. Eran las 9:35 de la mañana, luego de ver lo que pasaba, el técnico explota.
Después que no me exijan nada, que todos se vayan a la m..., esto no puede ser, es insoportable, el técnico no escucha a nadie y es él quien suspende la práctica. Así no podemos trabajar, dijo y dio la orden para que sus jugadores vayan al aeropuerto a la 1:30 de la tarde.
Lo que vino después en las oficinas del Palco Azul dio vergüenza. Alarcón por un lado declaraba que la razón le asistía. A su costado, Arango explicaba que Pocho estaba suspendido 45 días y que no era más presidente. Por otro lado, Costas le decía a sus allegados: Esto es insoportable, no sé si me voy mañana, después del partido ante Cristal o después del juego en Chiclayo, pero me voy.
El grupo de jugadores se completa, ya sabían que no había entrenamiento y se quedan viendo todo lo que sucedía desde la boca del túnel del campo principal. Eran las 10:00 a.m. Llega el general Oswaldo Hernández, jefe de la Sétima Región Policial, para garantizar la seguridad. Luego sale Alarcón y exige la presencia de un fiscal y pide sacar a los directores que no tenían autorización para sesionar.
10:50 a.m. llega Alejandro Pérez Villacorta, fiscal de turno para corroborar los hechos. Se encierra en la oficina de Alarcón junto a Julio Arango y los directores. Aparecen algunos personajes ligados al club. Pío Dávila, ex presidente, y el Comando Svr, que le da el respaldo a Pocho.
Después de dos horas se termina la reunión y sale Alarcón para dar una conferencia de prensa, dando la tranquilidad a los socios, hinchas, comando técnico y jugadores, porque no dejará la presidencia e invitaba a todos a la Asamblea de la noche.
Cuando Arango quiso hacer lo mismo le quitaron todo. En medio de gritos desaforados, trató de sentar su posición, pero le fue imposible, a pesar que anunciaba que la Asamblea que Pocho confirmaba no se realizaría. Eran las 2:00 de la tarde y la paz llegaba a Matute. Se fue el fiscal, el equipo volaba a Huaraz y todo siguió como si nada hubiera pasado.
Diario El Bocon
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